Arquitectura e interiorismo_

Una casa en puntillas

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Fotografías por: Francisco Moure
Texto escrito por: Pablo Andulce @pabloandulce

Grandes o pequeños, la arquitectura siempre presenta desafíos, especialmente en relación al paisaje, especialmente en Chile, especialmente hacia el sur. En este caso el arquitecto Francisco Moure tuvo que enfrentar varios: la pendiente, el viento, la estructura y el material. Salió más que exitoso.

“Comenzamos buscando una manera en que la casa diera solución a esas interrogantes. En primer lugar, la pendiente. Si se trabajaba bien y se entendía de una forma positiva nos daba la posibilidad de tener una nueva referencia vertical, como un faro; nos permitía conquistar una mayor altura, una nueva relación con el paisaje lejano e inmediato. Lo segundo, su relación con la topografía existente. El proyecto toca el suelo solo en cuatro puntos, generando una especie de vacío entre lo construido y la topografía natural” recuerda Francisco.

 

 

Esta casa fue concebida como un refugio que entiende el viento como un aliado, una fuente de renovación, frescura y protección. En su parte más compacta actúa como un espacio intermedio, protegiendo los recintos abiertos hacia el sur oeste de los vientos de la costa de la sexta región. La definición de la cruz es elegantemente simple: en su interior tiene dos núcleos duros que articulan los espacios privados con los comunes, y en su intersección se generan los espacios de relajo interior y semiexterior. Se desdibujan así las fronteras entre lo privado y lo público, entre lo interior y exterior.

“La casa fue hecha para una pareja de ingenieros calculistas. A ellos les interesaba mucho que fuera fundamentalmente una estructura. Nuestra propuesta fue la de una casa que se yergue como una bailarina de ballet, que en la ejecución de su coreografía pasa en puntillas por estos cuatro puntos. La música, el viento, el sol, las copas de los árboles se apoderan de su alma; mientras el cuerpo se deja poseer por ese bello vaivén en calma. Esta obra es un ejercicio volumétrico y estructural con madera y acero, donde se deja en evidencia su esfuerzo estructural como parte significativa del orden y la estética” explica su creador.

La belleza del planteamiento traspasa al campo de las matemáticas y la geometría: está compuesta por una grilla regular de 6 m. En su interior genera cuatro pilares estructurales y 24 diagonales que soportan una exoestructura compuesta por 48 pilares dispuestos en un orden y simetría total. El protagonismo lo acaparan las piezas que lo sostienen, un ejercicio más estructural que formal, en el que la madera muestra su expresión de compresión llevada al máximo posible.

Esta danza geométrica ocurre suspendida a más de dos metros sobre el suelo, al compás marcado por esta cruz compuesta por cinco módulos, de 36m2 cada uno.

¡Bravo!