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La libertad del color de Morag Myerscough
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Vibrante, audaz, atrevido y colorido. Lo de Morag es sacar el arte de las galerías y ponerlo al servicio de la gente. Quizás esa es la premisa para entender el trabajo de esta artista londinense que interviene distintas comunidades con sus simétricas y colosales estructuras fluor.
En tiempos que las calles se inundan de expresiones poco ortodoxas y el arte urbano se inflama como una expresión cotidiana donde conviven la rabia, la denuncia o simplemente una frase inspiradora. Myerscough explora, desde hace mucho antes, lo que podría ser el lado amable del color, siempre con mensajes que apelan a la esperanza.
Hoy tiene decenas de proyectos y acaba de ser jurado en el programa de TV Big Design Challenge en Sky Art, donde ocho creativos lucharon para ser coronados como “la próxima superestrella del diseño de Gran Bretaña” (ojalá salga pronto en algún streaming). Con un currículo que la ha llevado a recorrer diferentes ciudades, países y comunidades, la apuesta es crear un experiencia colectiva. Porque eso es lo que hay detrás del color, formar comunidad.
Quizás pocos lo saben, pero Morag Myerscough visitó Chile hace algunos días para promocionar un mall capitalino, pero su primera vez acá fue en 2019, cuando un día antes del estallido social, se presentó en el entonces Centro de Extensión del Instituto Nacional, como artista invitada del evento de arquitectura Open House Santiago (Oh! Stgo). Y debo decir que quedé prendado de su look, tan llamativo como su arte.
Lo recuerdo, porque la acompañé a varias actividades, y quedó maravillada con el museo a cielo abierto de San Miguel. “Me encantó la calidez de Chile. Todos fueron muy generosos y genuinamente interesados. Amé la arquitectura de la ciudad”.
Las manifestaciones le impidieron salir de su alojamiento y explorar Santiago de la manera que hubiese querido, pese a sus muchas ganas de descubrir la ciudad: “Teníamos muchas cosas planeadas, pero nos aconsejaron salir temprano. Nos unimos a una manifestación y nos alegramos mucho de haberla experimentado, todo fue muy pacífico”.
Nada es casualidad. Morag viene de una familia de artistas “súper wow” donde tuvo la suerte de estar siempre rodeada de música y creación. Desde un abuelo violinista en el Queen Mary, que creció además en el circo, hasta su abuela pintora y sombrerera de Hartnells para nada menos que la Reina. Su madre, artista textil, hizo que la creación de cualquier cosa fuera algo natural, aunque finalmente decidió hacer lo suyo.
“Mi padre toca la viola y muchas veces me probó en la música, pero no tuve éxito. Nunca me atrajo la soledad de tocar un instrumento. En la vida pasas por varias fases y quieres seguir tu propio camino sin darle ningún crédito a tus padres”. Ahora, como adulta realmente dimensiona hasta que punto es totalmente un producto de sus estimulantes progenitores.
“Mi trabajo a menudo tiene varias capas y no me importa a qué o cuál aspecto responde la gente. Quiero hacer un trabajo que conecte a tantas personas como sea posible. No tengo formas prescritas de querer esa conexión, puede ser sólo porque te hace sonreír o tal vez evoque otras emociones”, explica.
Street Art Comunitario
“Me gusta estar en las calles porque así no tienes el control de una galería. Veo mi trabajo como flores que brotan en lugares inesperados, florecen y luego desaparecen y el objetivo es que quede la memoria. Incluso soy feliz si la gente odia mi trabajo. Prefiero que me odien a que la gente sea indiferente hacia él. Y es increíble ver como el color produce emociones tan fuertes”.
Por lo mismo, su arte es al menos llamativo, pero también tiene un rol social que va más allá de lo meramente estético “Me interesa mucho el trabajo con las comunidades y mi misión es hacer que sientan que pertenecen y que son parte de él. Comprender esa pertenencia ha sido el centro de mi trabajo durante más de 10 años. No haría un proyecto a menos que sintiera que aprendería algo de él. Mi corazón necesita estar en el proyecto o simplemente no puedo hacer que suceda”.
Durante los primeros meses de este año, Morag tiene ya varios proyectos por finalizar. Quizás uno de los más importantes es The Joy Garden and Pavilion, Sheffield Children’s Hospital donde ha involucrado sus diseños para mejorar la estadía de los pacientes “Recaudé dinero del proyecto con Method Products para construir un patio con jardín para el hospital infantil de Sheffield. Se ha retrasado 2 años debido a Covid, pero este año sucederá. Estas habitaciones han hecho que la vida de los niños, jóvenes y sus familias tengan una mejor experiencia, incluso para el personal del hospital. Esto no se debe al trabajo, sino a todo el diseño del hospital que muestra que la gente se preocupa por ellos. Estoy muy orgullosa de haber logrado hacer realidad este proyecto”.
“Recuerdo todas las ciudades en las que he trabajado, cuando trabajas en un lugar lo ves de forma diferente a cuando estás de vacaciones. Obtienes mucha más información sobre cómo funciona. Si elijo una ciudad, sería Ciudad de México, fue una experiencia increíble, todos fueron muy acogedores e hicimos un gran trabajo”.