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Norton Maza a escala monumental

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Texto escrito por: Felipe Ramos Hajna | @feliperamosh

Portadas de diarios, cientos de posteos en Instagram y dos filas enormes para entrar a su inauguración es lo que ha acaparado en su primer mes de exhibición “Analogía de la realidad”, la última instalación del artista nacional Norton Maza, quien montó un carro antidisturbios a escala real en el hall central del Museo de Arte Contemporáneo del Bellas Artes. Sin dudas un artefacto tan monumental en su porte, creación y colocación que hace preguntarse cómo algo así pudo llegar a ese lugar.

 Más allá de la muestra, hablar con Norton es siempre un viaje hacia su proceso creativo, el que comparte con generosidad, y es que para este artista chileno nacido en una familia de Lautaro que partió al exilio a Cuba y que luego se educó en Francia el arte es algo que se vive a diario, ya sea en su taller en el Barrio Yungay, a pasos de la casa del Presidente Boric; en las conversaciones con su pareja, la también artista Beatrice di Girolamo; o cuando recorre la ciudad en su bicicleta.

Levitando bajo una cúpula de vidrio, el ya famoso camión antidisturbios negro descansa de la atención de los visitantes al museo, uno cuyas paredes exteriores aún son testimonio del estallido social con sus rayados y grafitis. Es en ese contexto que es fácil asociar la obra expuesta a lo sucedido tras el 19 de octubre de 2019, sin embargo, para entonces el también creador de “El Rapto” (la obra montada en el Museo de Bellas Artes que acaparó la atención de la prensa y un amplio público en 2016), ya llevaba dos años trabajando en su actual proyecto.

“El estallido a mí lo que me generó fue más que nada preocupación, independiente que sabía que Chile estaba en una situación compleja y que indudablemente iba a pasar algo. Nosotros vamos más allá del estallido, viendo una causa con conexión global como seres, dejando un legado con una reflexión para todos. Un carro antimotines emerge en una protesta ecologista, una protesta racial, una protesta económica o una social, y el mundo está plagado de eventos y estallidos globales que tienen como denominador común que tiene que ver con el modelo establecido”, dice.

A modo de reflexión original, el artista concibió el carro antidisturbios como si estuviese congelado en el espacio. Es por eso que está con su parte delantera hacia abajo, casi suspendido en el aire. Además, fue pensado desde su origen para un lugar como el MAC, que cuenta con pisos superiores para observar la pieza desde arriba. “A medida que fui desarrollando la obra, quise darle esa metáfora y simpleza para poner en evidencia un resultado en el que el mundo es muy complejo en donde tenemos pandemia, extinción de especies, calentamiento global y el derretimiento de los glaciares. Es un futuro muy incierto para toda la humanidad”.

Sobre la imagen caótica que proyecta el carro antiditurbios se posa una pareja de guacamayos azules, ya que Norton Maza explica que varios de los objetos que están en el piso tienen elementos que representan agua, transformándose en un oasis posapocalíptico. Para su creador “eso es muy sublime y sutil, pero los guacamayos no saben sobre qué están posados, ni saben que están arriba de algo que generó su propia extinción que es el aspecto humano con su violencia y depredación”.

La realización de la obra fue todo un desafío ingenieril, desde cómo se fue construyendo hasta la forma en que se armó dentro del museo. “El proyecto tiene una multiplicidad de materiales, que no voy a revelar todos para que no pierda la sorpresa, pero hay muchos que combinados entre sí dan el resultado final. Hay unos que son más livianos, otros más flexibles, otros más realistas. Hay un trabajo de manufactura muy manual, que me parece que es súper motivador ya que tiene esa cosa del quehacer y del oficio. Como no tengo grandes recursos hay que hacerlo más a pulso”.

Junto con “Analogía de la realidad” se puede ver “Fragmentos de un impacto”, obra anexa de Norton Maza que, si bien también fue pensada antes del estallido, se nutrió de peñascos que quedaron de los primeros días de ese octubre. Sobre esos pedazos de aceras y calles construyó paisajes idílicos, los que se pueden ver en el pasillo que une el MAC del Museo de Bellas Artes. “Como siempre en Santiago hay muchas protestas en el año, tenía una gran oportunidad de sacar algunos residuos de lo que queda en la calle. Este proyecto es itinerante, ya que quiero ir a otros países y sacar elementos residuales de protestas para hacer otras obras. La idea es tener una geolocalización de distintos conflictos globales, que al final tienen mucho en común y que yo conecto al hacer estos micro paisajes que son como micro planetas. Yo me imaginaba estos camotes volando en cámara lenta siendo como meteoritos que están en el Universo. En cada lanzada de estos hay una historia, una envidia, una rabia, una tristeza o una carencia”.