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Nueva Alameda-Providencia: Transformando Santiago

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Fotografías por: Archivo Enterreno
Texto escrito por: Nicolás Fernández Gurruchaga / AcadémicoUSS y Co-Fundador @enterrenochile

Nueva Alameda Providencia, un anuncio que cayó bien. Se trata de una inversión pública que además de ser anhelada y requerida, sería una de las mayores transformaciones de Santiago a lo menos en los últimos 100 años. Santiago lo requiere; especialmente por el actual pasar de nuestro centro histórico, y ésta puede ser una gran oportunidad para que la capital de Chile gane valor cívico, urbano, mejor movilidad, contribuya a la seguridad y sin duda ponga en valor nuestro patrimonio. 

En diciembre recién pasado, el Ejecutivo comandado por el Presidente, carteras afines y autoridades locales, anunciaron el proyecto Alameda-Providencia que destina una fuerte inversión pública de 115 mil millones de pesos, enfocada al mejoramiento de este importantísimo eje.


La magnitud de este anuncio es de por sí histórico, por ello es que me permito retroceder en nuestra novel vida urbana para contextualizar este eje urbano con su debida carga histórica. 

Recordemos que la Alameda fue construida sobre el rastro de la desaparecida Cañada, ese brazo del río Mapocho que contenía la fundación de Santiago hacia el sur. Desde ahí se desprendía a la altura del actual Parque Balmaceda y valle abajo conformando el llamado “Triangulo fundacional”, ese terruño rodeado de hitos naturales que hizo a Pedro de Valdivia erguir modestas construcciones que hoy conocemos como Santiago.

La evolución de este eje, pasando por su época colonial, la Alameda de Las Delicias, su gran paseo central de relevante posición social, la pérgola de las flores, la irrupción del estilo europeo, hasta el denso, bullicioso y ajetreado escenario actual, no ha sabido evolucionar como las avenidas de otras grandes ciudades, sin embargo, son muchos los momentos en que se ha decidido mejorar integralmente.

Por ello, me gusta destacar lo ocurrido a finales de los años 20 e inicio de los años 30, a mi juicio, su mejor momento. Como no, si en esos años las autoridades de la época estuvieron de acuerdo en realizar modificaciones realmente impresionantes; La Construcción del Barrio Cívico que buscaba consolidar el emplazamiento del poder ejecutivo en la trama urbana, tanto así que se comenzó demoliendo toda las construcciones colindantes al Palacio de la Moneda hacia el sur, lo que permitió -por primera vez- ver el Palacio Presidencial desde La Alameda, hasta se tuvo que realizar un concurso para diseñar esta nueva fachada realizada por Josué Smith Solar. Poco después y de manera decidida se demuele un enorme edificio neoclásico ubicado frente a la fachada norte de La Moneda, el Ministerio de Guerra y Marina, actual Plaza de la Constitución. Para esos años el mismo ímpetu demoledor abrió paso entre antiguas construcciones lo que hoy conocemos como eje Bulnes que de paso le dio a la Alameda una importante reconversión.

En ese momento se rediseñó todo el perfil de la Alameda, desde el eje central; siempre priorizando el espacio peatonal. Asimismo se mantuvo la idea de paseo que, si bien tuvo orígenes recreacionales, también hacía de concentrador de los flujos peatonales. En sus límites se ubicaron los tranvías, transporte público eléctrico que gobernaba la ciudad; luego una calzada menor vehicular para finalizar a borde de comercio y residencia con un margen peatonal de buena sección. 

Luego hasta los días presentes, salvo por la construcción de la línea 1 del metro en los años 70, no ha habido mejoras significativas y precisamente es por esa escasez de precedentes que este anuncio provocó buenas reacciones, ya que -de paso- revivió el mediático concurso público de 2015 que había generado grandes expectativas.

Con entusiasmo cívico, atención y la debida paciencia que nos obligan los proyectos de tal impacto es que, al igual que muchos santiaguinos, espero la realización de esta trascendental obra que tanto necesita y merece nuestra ciudad; en miras siempre de una mejor habitabilidad que permita cohesión social, reencontrarnos y disfrutar del espacio público. Seremos testigos y parte de nuestro patrimonio futuro.